jueves, 14 de enero de 2010

Piramidomanía Revolucionaria


En la Bibliotehque National de Paris se conserva un manuscrito del siglo XIV en donde se puede ver a una dama llegando en barca a la ciudad, siendo recibia por nobles y clérigos. La inscripción que acompaña al dibujo no deja lugar a dudas: " La muy antigua Isis, diosa y reina de los egipcios". El famoso egiptólogo, Court de Gebelins, escritor del siglo XVIII, desveló poco antes de que estallara la Revolución Francesa que la embarcación con la que Isis llegó a la ciudad se llamaba Baris. Según su entender, fue el fuerte acento del norte lo que hizo el resto, connviertiéndose su nombre en París.

Tras la revolución una de las mayores preocupaciones del gobierno era la de dotar a la ciudadanía de nuevos símbolos en los que confiar. La corona y la cruz eran recuerdos de otro tiempo. Los poderes públicos franceses sembraron la capital de imágenes egipcias. La primera se levató el 14 de julio d 1792 en el Campo de Mate. Después vendrían otras de las Tullerias, etc. Napoleón, entonces un joven y prometedo general, había estado un año en Egipto, en incluso había pasado una noche a solas dentro de la Gran Pirámide. Más tarde, la leyenda que vinculaba a Isis con la ciudad la dió por cierta y la estableció como verdad histórica incuestionable. A nadie extrañó que la inconfundible efigie e la diosa no tardara en aparecer en uno de los patio del Louvre.
En 1827, Carlos X ebcargó a Jean-François Champillion, el hombre que había descifrado los jeroglíficos egipcios, la tarea de traerse el obelisco de 3500 años de antigüedad para emplazarlo en el lugar en el que una vez estuvo la guillotina. Mas adelante, en 1889, con el motivo del primer centenario de la Revolución francesa, se hizo público el proyecto del arquitecto Louis- François Leheureu de levantar una pirámide coronada por una estatua de Napoleón. Jamás se ejecutó, pero no por casualidad, ése fue el mismo lugar elegido por la administración Miterrand para inaugurar en 1989, con motivo del bicentenario de la Revolución, la hoy famosa pirámide de cristal del Louvre.

¿No es una increible casalidad que esa pirámide sirva de entrada a una de las colecciones arqueológicas el antiguo Egipto más ricas del mundo?
La Ruta Prohibida y otros enigmas de la Historia
Javier Sierra



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